viernes, 22 de julio de 2011

GAZPACHO DE FRESONES


INGREDIENTES

1 diente de ajo pequeño
½ pepino
2 cortadas de pan de molde sin corteza
2 cucharadas soperas de mermelada de fresa o cereza
1 sobrecito de ketchup
300 grs. de fresones
200 grs. de tomates
250 ml. agua
Aceite, sal y vinagre
Dos anchoas

PREPARACIÓN E HISTORIA (HOY TODO JUNTO)

Marina entró en la cocina y respiró. Todo estaba en orden, no como su vida últimamente, con tantos acontecimientos que no sabía por donde empezar a arreglarla.

Ya había dejado el bolso en el armario y se había bajado de sus tacones. Una toallita quitó los restos de un maquillaje sudado y reseco y cambió el vestido de marca por unos leguins de mercadito y un delantal.

El momento de lavarse las manos era siempre especial, las bacterias caían por el fregadero junto con su mal humor y su cansancio, y comenzaba a generar endorfinas que le hacían sentirse muy bien.

Sacó los tomates de la bolsa, perfectos, maduros, de un rojo casi granate pero tersos y duros, como los músculos del último chavalín con el que había estado.

Aspiró el aroma de los fresones. Aunque ya no era época, aquellos eran de Valencia y tenían un sabor y olor especial.

Aunque vivía sola siempre cocinaba para ella. Era su ritual para alcanzar el nirvana. Nunca era nada premeditado si no lo que le inspiraba el día, o algún ingrediente que le guiñaba el ojo al pasar por la verdulería como aquellos fresones.

Puso el agua a hervir. Lavó los tomates y retiró los rabitos. Les hizo un corte superficial en la parte de bajo en forma de cruz y los introdujo en el agua cuando hervía a borbotones. Esperó medio minuto y los sacó. Los pudo pelar con facilidad, pensando que debería ser tan fácil poder mostrarse a los demás, como quitar la piel de los tomates. Los cortó por la mitad y desechó las pepitas y la parte dura.

A continuación lavó las fresas, volvió a olerlas, y sonrió. Aquel aroma le hizo imaginar el abrir una botellita de cava y llamar a …pero no, puso todos los ingredientes en el vaso de la THM y picó hasta que no hubo ningún ingrediente reconocible. Le encantaba aquel cacharro, tan fiel y fuerte, sobre todo desde que se había librado de la presentadora que no paraba de pedirle que hiciera reuniones con amigas, y era lo que le faltaba…

Aderezó con la sal, vinagre y aceite. Sabía que el aliño es lo que le da personalidad a los platos, como el carácter a las personas. Está el sosito, el picante, el aceitoso, por eso era tan importante ir vertiendo y probando hasta dejarlo con la proporción exacta.

De repente sonó el teléfono, era su amiga Mª José. No se lo pensó dos veces y le dijo: -Vente y me lo cuentas tomando un gazpacho de fresones que te va a quitar el hipo!.

Sirvió el gazpacho en dos boles adornado con fresones cortaditos y hojas de albahaca, y puso una anchoa en cada uno. El dulzor de las fresas contrastaba perfectamente con la anchoa. Cuando sonó el timbre ya se había quitado el delantal. Y con su amiga, cucharada a cucharada, y confidencia a confidencia, aquel gazpacho las llenó de vitaminas, y antioxidantes y reforzaron sus lazos, sus risas y su paz.


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5 comentarios:

  1. ¡¡Que manera mas original de presentar una receta!!, me ha encantado tu historia, sobre todo porque me recuerda lo importante que es compartir buenos momentos con los amigos y dedicarles lo mejor de ti. Me quedo con la receta. besicos

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  2. ¡Qué pena no contar con ninguna foto pues la receta parece de lo más original y seguro que te quedó genial! Besos y feliz fin de semana.

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  3. Seguro que está de infarto de lo rico que tiene que estar. Un besazo.

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  4. Tiene que ser un gazpacho muy suave, bonita historia!

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Muchas gracias por dejar tu comentario

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