INGREDIENTES
3 ó
4 patas de pulpo ya cocido (según el tamaño)
100
grs. de lentejas rojas cocidas
1
cebolla pequeña
½
pimiento verde
3 ó
4 pepinillos
Para
la vinagreta.
Aceite
de oliva, vinagre y sal al gusto
PREPARACION
Cocer
las lentejas en abundante agua con sal el tiempo que indique el paquete (ponía
quince minutos).
Cortar
todos los ingredientes a cuadraditos pequeños y mezclar en un bol. Poner los ingredientes de la vinagreta en un
bote hermético y agitar vigorosamente para que se mezclen bien.
Incorporar
la vinagreta al bol y removerlo todo bien.
Poner
un aro de emplatar en un plato e introducir el salpicón. Apretar un poco para
que no se nos desmorone cuando lo saquemos y adornar con una pata de pulpo que
habremos reservado.
HISTORIA
Recupero
un artículo que escribí hace tiempo para la revista MD Mujer:
Aunque las
madres nos creemos perfectas, por nuestras peculiaridades, como la facultad de
la adivinación (‘¡que te vas a caer!), la del termostato (está
refrescando ponte la rebequita), la perseverancia (aunque tenga meada hasta el
alma voy a quitarte los pañales y vas a hacer pis en el orinal!)…, cuando nació
mi hija me di cuenta de un defecto físico que padecemos.
La niña
quería estar al brazo, (lo normal), con lo que uno de mis brazos estaba siempre
ocupado debajo de su culete. El brazo que me quedaba libre luchaba por seguir
haciendo cosas cotidianas. Nada fuera de lo común: recoger unos calcetines,
pelar una carlota para su papilla, peinarme…etc. etc. Si hacía las tareas mi
hija lloraba y yo me ponía nerviosa al oírla. Si cogía a mí plañidera en
brazos, no hacía nada más y también me ponía nerviosa.
Mis
retoños crecieron y ya no los llevaba en brazos, pero tenía que recogerlos del
colegio. Llevaba un bolso con mis cosas y otro con su merienda.
-Mamá
ten- me daban el chaquetón.
-Mamá
ten- me daban la mochila.
-Mamá:
llévame el balón- me daban el balón
-Mamá
tengo calor -otro chaquetón….
Me
entraba complejo de perchero de cinco brazos, pero la situación empeoraba
cuando sonaba mi móvil y tenía que diseñar una estrategia para poder sostener en
equilibrio los chaquetones y las mochilas, conseguir que no se me cayera el
balón y rebuscar en mi bolso el móvil que sonaba y sonaba hasta que lo
encontraba, que era justo cuando dejaba de sonar. Habéis acertado: Me ponía
nerviosa…
Otras
veces entraba al super engañándome a mi misma sin saberlo. –Total-pensaba- solo
necesito unos tomates. Salía del super con dos bolsas repletas y mis dos únicos
brazos a punto de tocar el suelo, y lo normal, me ponía nerviosa.
Y
eso si hacía buen tiempo, ya que si llovía tenía que añadir a todo lo anterior
sujetar el paraguas.
Hasta
que un día preparando esta rica y fácil ensalada que os presento vi claro mi
problema. Un defecto físico que toda madre posee: Dos brazos.
Como
mínimo las madres deberíamos tener tres o cinco, ¡que digo! lo mejor sería
tener ocho brazos como los pulpos. Me imaginé con mis brazos: con los dos que
quedaran en la espalda podría haber acunado a mi bebé mientras con los de
delante hacía una paella y sujetando el plumero con el brazo lateral quitaba el
polvo de los cuadros, con otro quizá rascarme la cabeza o hacerme un masaje en
la espalda, para relajarme y claro como serían tan largos a la vez me pintaría
las uñas de los pies...
También
podría haber llevado cómodamente los abrigos, una guitarra, balones, mochilas
escolares, la compra e incluso llevar a mis niños en brazos…deberían ser unos
brazos fuertes, por supuesto. Hubiera llevado el movil siempre en una mano,
para poder contestar enseguida y ….¡que decir del paraguas!
Lo tengo clarísimo, nada de hacernos liftings o
quitarnos las patas de gallo, lo que hay que hacer es implantarse brazos, para
poder atender las necesidades que tenemos, o que nuestros locos bajitos hacen
que tengamos…(mejor no entro en las necesidades de nuestra pareja…)
¿No
es para pensarlo?
Mientras
tanto, os dejo la receta de la ensalada con el pulpo que inspiró mis absurdos
pensamientos y mi risa, al pensar en como serían las camisas con tantas
mangas….