INGREDIENTES
250 grs de harina de maiz
250 grs de harina de trigo
Un poquito de sal
Agua (un poco más de un vaso)
Aceite de oliva
Sardinas de bota
chorizo, jamón serrano, bacon,
PREPARACION
Hervir el agua. Poner en un bol las dos harinas y la sal y echar el agua por encima. reservar una poco y solo añadir si fuera necesario, un chorritón de aceite. Se amasa, (con una cuchara de madera para no quemarnos y cuando se enfríe un poco pasar a amasar con las manos).
Tiene que quedar bastante blandita. Se aplana con las manos y se echan unas gotas de aceite encima de cada torta.
Se pone, o bien una sardina, bacon, chorizo etc. y al horno fuerte. Que quede tostadita por bajo y blanca por arriba.
HISTORIA
foto de Espaciorural.com |
Viví mis primeros cuatro años en Castelló de Rugat y la sierra de la Benicadell, majestuosa, se alzaba ante nuestra ventana y de ella yo recuerdo al Butarano, que era el protagonista de un cuento que la iaia me contaba una y otra vez para comiera o durmiera. Era una especie de hombre del saco que raptaba niños. Menos mal que acababa con final feliz.
Nuestra vecina, la tía Adela, le enseñó a la iaia esta receta, aunque le costó saber el secreto unos cuantos años(que había que escaldar la harina).
-Carmensita, -le contaba la tía Adela a la iaia, -estas cocas de dacsa, cuando las hacíamos, había tanta hambre que casi no podíamos poner ni aceite. La harina era menos refinada, porque era del maiz que teníamos en casa. El tamaño era de plato, nos ponían una sardina de bota entera en medio y cuando hacían nos decían.
-¡hui no s'esmorza!- i ja sabíem que cap a les dotze menjaríem les coques i fins a la nit no tastaríem res més.(hoy no se almuerza, y ya sabíamos que hacia las doce comeríamos las cocas y hasta la noche no probaríamos nada más).
La iaia las hace más pequeñas, para aperitivo, o si es para comida para que te tomes varias de sabores variados.
Son parte de nuestra historia. Nos las llevamos con nosotros de Castelló, junto con el cariño de las 'tías' postizas que allí teníamos y luego algún domingo hacíamos para comer. Comprábamos la harina en una tienda de granos y legumbres que había detrás de la lonja. Era una tienda preciosa, de esas que ya no existen donde un olor a maiz y a grano lo inundaba todo y los sacos estaban por aquí y por allá. En bolsas de papel marrón te pesaban la cantidad que querías.
En la Eliana, donde pasamos muchos veranos las hacíamos, por eso hoy, al primer bocado, al tío Vicente le ha parecido estar de nuevo allí.
Nos encantan y ahora hacía tanto tiempo que la iaia no las había hecho que nos han sabido a Gloria.
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Con que querian tirarte por el Benicadell, jajajajajajajajajajajaa. Lo conozco, ya te conté.
ResponderEliminarEsas cocas, divinas. Me llevo una de cada.
Besets
Y no sería desde la ladera, sino desde el pico, todavía me estoy riendo.
Tenemos en común la infancia más o menos en las cercanias. Claro que yo estuve antes que tu, jajajajajajaja.
Las cocas son fantásticas y me han entrado muchas ganas de probarlas,pero sinceramente, lo que más me ha gustado y he disfrutado a sido con tu relato que es muy entrañable y entra nostalgia, verdad?
ResponderEliminarun beso guapa
Que buenas les coques de dacsa, tan típicas de nuestra tierra. Mis padres también me han hablado muchísimo de ellas, mis abuelas las preparaban en aquellos tiempos en los que se padecía un poco de hambre, y mi madre siempre dice que nunca olvida el olorcito tan bueno que hacían!
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. jeje y menos mal que tu padre no cumplió la amenaza e!! jejej por cierto, el Benicadell es precioso! un beso.
mi suegra también las hace y me encantan, que ricas! me encanta leer tus relatos! que infancia tan feliz, besos y felices pascuas.
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