martes, 22 de mayo de 2012

GAMBAS O CIGALAS SALADAS



INGREDIENTES

Medio kilo de gamba arrocera o de la rayada rojita

30 grs. de sal
1 litro de agua
Una hoja de laurel
Unas bolas de pimienta

PREPARACION

Poner en un bol agua fría con hielos y un puñado se sal. Reservar.
Poner un cazo al fuego. Cuando hierva a borbotones, echar abundante sal, el laurel y las bolas de pimienta.
Cuando vuelva a hervir echar las gambas. Nada más vuelvan a hervir (si son muy grandes esperar dos minutos, si son pequeñas en cuanto recuperen el hervor) Retirarlas con una espumadera y colocarlas en el agua fría.
Servir a temperatura ambiente.

HISTORIA

Hay personas tan sosas que no hay por donde cogerlas. No tienen alegría ni sustancia.

No hay que abusar de la sal, sobre todo si tenemos la tensión alta, pero en su justa medida realza el sabor de los alimentos y hace que estén más ricos.

La importancia de la sal era tan grande que se empleaba como moneda de cambio, de ahí el nombre de salario, pago hecho con sal.

Hay un cuento que explica porqué el agua del mar está salada. Si teneis un ratito leed…..

En un pueblo muy lejano había una pareja tan pobre, que casi no tenían nada para comer. El hombre salía todos los días al monte y recogía leña, que después vendía para poder comprar algo que llevarse a la boca.
Un día oyó un ruido muy extraño, parecía un quejido que salía de debajo de una raíz.
Se acercó con sigilo y se quedó de piedra cuando vio a un ser diminuto, con cara de anciano y orejas puntiagudas.
Se había tropezado y su diminuta pierna estaba enganchada debajo de la raíz.
El hombre se la desenganchó con mucho cuidado, pero cuando el personaje intentó ponerse de pié no pudo, sin duda porque la pierna estaba quebrada.
Sin mediar una palabra el hombre buscó una ramita adecuada en el haz que llevaba para vender en el mercado. Escogió una plana del tamaño de la tibia del enanito, y haciendo tiras de su pañuelo, se la entablilló.
Tan concentrado estaba intentando hacer bien su trabajo y que al enanito le doliera lo menos posible que no vio que varios más estaban observándole. Uno de ellos le hizo una seña indicándole que le siguiera y unos paso más allá le sirvieron vino y una abundante comida si hubiera sido de su mismo tamaño, pero que resultó un aperitivo por el tamaño del improvisado enfermero.
Al finalizar, dio grandes muestras de agradecimiento a sus nuevos amigos y vio que le traían un extraño artefacto. Lo traían entre varios aunque tenía el tamaño de un molinillo de café, y bien mirado, eso es lo que parecía.
Un enano con una larga barba le explicó que era un molinillo mágico. Con él no volverían a pasar necesidad. Cuando quisieran alguna cosa deberían pedirla y el molinillo se la proporcionaría. Sólo debían memorizar una palabra: 'zarapatrastro' que deberían pronunciar cuando quisieran que el molinillo parase.
Cundo llegó a su casa, se lo contó a su mujer y enseguida lo pusieron en marcha, una cena, ropa nueva, monedas para poder comprar... Por su forma de ser, nunca le pedían más de lo necesario, pero aún así despertaron la curiosidad de una de las vecinas estaba muy intrigada del cambio de fortuna que habían experimentado.
Un día que esta vecina estaba merodeando, vio a través de la ventana cómo su vecina ponía en marcha el molinillo. Aprovechando un descuido entró en la casa y lo robó.
Como no quería ser descubierta embarcó rumbo a ultramar con su preciado tesoro que dejó en el camarote, sin usarlo por miedo a ser descubierta.
Un buen día se acabó la sal en aquel barco y las comidas estaban sosísimas, no se podían ni comer porque no sabían a nada. Dispuesta a remediar aquello fue a su camarote y le pidió al molinillo un poco de sal. Enseguida el molinillo comenzó a moler y de su interior salía la preciada sal. Cuando ya tuvo bastante comenzó a decirle, basta ya, gracias ya tengo bastante, ¡para! ¡stop! ¡No muelas más por favor! ¡nooooo!

Pero todo fue inútil….

El molinillo siguió moliendo y moliendo, de su interior siguió saliendo sal y más sal porque nadie dio con la palabra correcta para pararlo: 'zarapatrastro'.
Del peso de la sal el barco se hundió y allí en las profundidades del mar, todavía está hoy el molinillo sacando y sacando sal, y por eso cuando nos bañamos en el mar y sin querer tragamos un poco, esta sabe salada…

Pues nada, si vais a una playa limpita coged un poquito de agua para hacer las gambas, estarán más buenas y no necesitaréis ponerle sal porque ya lleva la del molinillo mágico del fondo del mar.


  Imprimir receta

5 comentarios:

  1. Mª Carmen,ideales...ummm,me encantan y con lo que me gusta a mi el marisco,por dios que deliciaaaa!!
    Un Besote

    ResponderEliminar
  2. Un cuento precioso que no sabía y unas gambitas y cigalas que están diciendo cómeme.
    Besets

    ResponderEliminar
  3. Estas gambitas tienen una pinta deliciosa, cocidas en su punto de sal y con una salsita ligera están de vicio.
    Un besito :)

    ResponderEliminar
  4. Me encantan las gambas, así sin nada con un poco de limón!! Qué rico..!

    ResponderEliminar

Muchas gracias por dejar tu comentario

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails