TORTA DE CALABAZA Y BONIATO

Inspirada en el bizcocho de calabaza y crema de almendra de Mª Dolores de Cuinant

INGREDIENTES

250 gr. de calabaza asada

250 gr. de dulce de boniato
150 gr. de azúcar
3 huevos xl
70 gr. de aceite suave
280 gr. de harina de repostería
1 sobre de levadura
1 cucharadita de canela
1 pizca de sal
almendras a láminas y azúcar moreno

PREPARACION
 
Separar las claras de las yemas. Batir las  yemas con el azúcar hasta que doblen su tamaño. Añadir la calabaza, el boniato y el aceite e integrarlo bien. Yo lo hice con la batidora de varillas. Mezclar en un bol la harina, levadura y canela y tamizarla. Mezclarla con una espátula con movimientos envolventes.
Levantar las claras a punto de nieve y añadir  a la mezcla anterior con mucho cuidado para que quede esponjoso y no se baje.
 

Engrasar un molde con aceite o manteca de cerdo, o usar espray desmoldante, que va fantástico. Colocar azúcar y almendras a láminas a la parte de bajo.
 

Añadir la masa y meter al horno durante unos 40  minutos a 180º (el tiempo depende del horno, hay que pinchar con una brocheta y que salga limpia.)
Desmoldar y servir.
 
HISTORIA
 

Ayer fué un día muy especial.

Mi hijo Juan celebró su primera Comunión en el Colegio Jesús-María de Valencia junto con su familia que tanto le quiere.
El Padre Juanjo hizo una Eucaristía preciosa, y mi niño recibió a Jesús por primera vez. Aunque nos faltó el padre Ángel, que está recuperándose.
Fué especial porque también lo hicieron mis otras tres niñas, María, Carla y Ana, las de mi grupo de Catequesis, ya que he tenido el inmenso honor de ser su catequista. Ha faltado Carlos, que comulga hoy, junto a su hermana.
Ha sido una experiencia magnífica, enriquecedora, aunque algún día pensé que quien me habría mandado meterme en otro lío, pero verlos como aprenden, como me cuentan sus cosas, como me ponen los pelos verdes y se hacen la puñeta o charlan me ha llenado, y he recibido mucho más que lo que les he dado. Sólo espero haber sabido llegar a ellos y haberles aportado algo. Se que han llegado bien preparados.
Luego estuvimos toda la familia juntos comiendo, estuvimos a gusto y lo pasamos muy bien.
Un día de hace tres años, cuando iba a comulgar mi hija, un compañero de trabajo me preguntó que si lo hacía por el convencionalismo social y la fiesta y, muy seria, le respondí que no. Mi hija, entonces, y hoy mi hijo, han celebrado un sacramento, que, como explicamos a los niños, no es otra cosa que un encuentro especial con Jesús.
La razón de querer que mis hijos comulgaran no es otra que el hacerlos más libres. Mi opción es Jesús, su figura y ejemplo, el amor por encima de todo. Si no les enseño a mis hijos lo que es bueno para mí, no les permito que puedan elegirlo para ellos. Y eso hago. El día de mañana desde su experiencia y libertad podrán elegir la opción que crean y quieran y tendrán todo mi respeto.
El día de hoy, junto con tantos otros, lo guardo en mi museo de los buenos recuerdos y sensaciones y ya forma parte de mi historia y sé que Juanito también lo hará

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